viernes, 22 de noviembre de 2013

CAPÍTULO X



15/01/2007



¡Ya pasaron las Navidades!, tiempo de alegría, esperanza y generosidad.....o por lo menos así debería ser, sin embargo sales a la calle, observas a la gente o ves la televisión y nada de eso es así. Existen los casos particulares, pero se ve demasiado egoísmo, banalidad y tristeza.
He tardado en incluir el décimo capítulo de mi blog, porque dudaba si debía (por ser Navidad) relacionarlo con la Fibromialgia (fin para el que se creó), motivo más que suficiente para entristecer la ocasión, y no he sabido decidirme, así que no sé como terminará este capítulo.
¡Qué distintas son las Navidades de ahora a las de entonces! Cuando yo era pequeña nos faltaban manos para contar los familiares que se reunían esos días, pero lo bonito era, que a pesar de que esas reuniones las hacíamos muchas veces a lo largo del año, siempre nos embargaba la misma emoción que si no nos hubiéramos visto en todo el año. Claro que también ha cambiado la familia. Ahora son menos los miembros que la forman, ya no son tan íntimas las relaciones entre miembros menos directos: primos, tíos, cuñados, e incluso el aumento del consumismo han deteriorado el verdadero espíritu de la Navidad.

Antes hubiera sido impensable que después de la cena de Nochebuena, los jóvenes salieran a divertirse a los bares, pubs o discotecas, no tenía nada que ver la moral, simplemente es que esa noche pertenecía a la familia. La preparación de la cena de Nochebuena implicaba a todos por igual, cada cual hacía lo que mejor se le daba, cocinar el pavo, hacer los roscos o los pestiños, montar el Belén o hacer estrellas con papel de plata. En Nochevieja si salían los jóvenes y mayores después de la cena y las uvas, a tomar copas y a bailar, porque era un día como más de fiesta, menos íntimo.
Ahora en estos tiempos, te llevas una semana haciendo compras, terminas muerta, preparas durante todo el día la cena, se sientan todos a la mesa y cuando terminan el postre, cada uno coge un camino y te das cuenta que te has quedado sola, sentada en el sofá viendo la chorradita de programa de turno en televisión, y la mesa y la cocina como si hubieran tocado zafarrancho de combate. Y eso el día de Nochebuena, no digamos el de Nochevieja.
¡Qué pena, con la ilusión que me ha hecho siempre celebrar estas fiestas!, echo de menos quedarnos hasta las tantas de la madrugada, al calor del brasero, jugando al parchís o de tertulia, contando chistes y un sin fin de cosas más que se pueden hacer durante para pasarlo bien compartiendo con la familia.
Pero en fin, todo se acaba, y las fiestas de Navidad también. Únicamente es de destacar y que me ha dejado un recuerdo maravilloso para toda la vida, la carita de mi nieta el día 6 de Enero (Reyes) al ver los regalos junto a sus zapatitos.

CONTINUARÁ...
(Imagen descargada de Internet)

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