miércoles, 15 de enero de 2014

CAPÍTULO XLIV







15/01/2014

Es la última página de un libro –diario que me ha costado rellenar. En él van cosidas con puntadas pequeñas, mis sensaciones y emociones con el dolor físico.

Lo leerá mi familia, mis amigos, y también aquellas personas que un día optaron por seguir mis reflexiones en un modesto blog de internet. E incluso gente que nunca oyó hablar de mí, que nunca vio mi cara, aquellos que se verán reflejados en mis reivindicaciones, pero sobre todo quiero y deseo, que lo lean todas y todos los compañeros de dolor imparable y eterno y que en un momento dado incluso me agradecieron plasmar con letras lo que ellos no sabían expresar con palabras.

Agradezco a todos los que han hecho que los últimos doce años hayan sido más fáciles de sobrellevar, y a los que, aunque estuviera a punto, no me dejaron tirar la toalla, a los que me mostraron un camino que yo no sabía que existía, y, a los que nunca me dejaron sola.





CONTINUARÁ...

Imágenes descargadas de Internet

martes, 7 de enero de 2014

CAPÍTULO XLIII





Quisiera describir de una forma adecuada y sin que nadie se sintiera herido, mi estado de ánimo, y eso es muy difícil. La psicóloga me recomienda continuamente que debo educarme en ser yo misma le pese a quien le pese, y que si para no herir a los demás tengo que ser otra, mi salud terminará pagándolo.

Llevo toda la vida intentando ser buena hija, buena hermana, buena tía, buena madre, buena esposa y ahora buena abuela. Pero ¿qué es ser buena en todo eso?, ¿decir lo que los demás quieren oír y hacer lo que les conviene aunque me perjudique a mí misma? Vito, mi primera psicóloga, y Carmen, la actual, coinciden en que ¿para cuándo iba a dejar lo de ser buena “yo”, es decir, buena para mí misma?
Lo intento, que conste que lo intento, pero siempre termino estrellándome, hay enfados, malestares, y yo termino sintiendo que he actuado mal. Y los consejos que recibo son que eso me debe resbalar, que el ser humano tiende a la autodefensa y que eso no sirve solo para mí, sino también para los que me rodean. Eso es lo que debe cambiar, alguna vez yo tengo que ser ellos y ellos ser yo.

Parece enrevesado pero no lo es, simplemente algunas de las personas que nos rodean, se dan cuenta de que hemos cambiado, que no somos las mismas, que no podemos volver a serlo, pero no lo admiten, ¿y cómo solucionarlo?, forzándonos emocionalmente a esa marcha atrás para intentar recuperar aquella parte de nosotros que más les gustaba. Lo penoso, es que lo hacen sin darse cuenta (quiero creerlo así) de que nos provocan más mal que bien, que por no querer aceptarnos tal y como somos ahora, nos hacen mucho daño, y si ya de por si nos cuesta trabajo vivir una vida nueva, pero llena de altibajos, dolores, cansancio y diez mil cosas más, por si solas, deberían imaginarse lo que nos cuesta, si encima no recibimos su apoyo y su  ayuda.

“La fibromialgia genera sentimientos tanto en el paciente como en los otros miembros de la familia. Es indispensable expresarlos sanamente para evitar resentimientos y actitudes hostiles que solo pueden empeorar los síntomas o causar crisis en el enfermo”
(totalcure.xyz).