martes, 1 de agosto de 2017

CAPÍTULO XXIV





(01-08-2017)



“NECESITAMOS AYUDA”



Desde hace un par de años y de forma intermitente, sufro de un tipo de tos seca que de vez en cuando y durante un par de días agobiantes aparece de la nada, y que mientras, no hay jarabe o pastilla que la quite; eso sí, tal como llega se va. Lo malo son las secuelas, garganta irritada, dolores musculares en el abdomen, espalda, hombros…
A veces pienso que es imposible que una sola enfermedad provoque tantos síntomas, yo he perdido la cuenta pero siguen apareciendo más. Tendremos que esperar a conocer con profundidad (aún más) la FM.
Necesitamos que la enfermedad sea bien investigada, y para eso hace falta que los gobiernos inviertan dinero. Pero tenemos claro que con esta crisis económica (según para quienes) que padecemos, los grandes presupuestos van destinados a cosas más importantes, lo que excluye la investigación sobre las enfermedades de las que aún no se conoce la cura o de las denominadas raras, la sanidad, las ayudas sociales, crear puestos de trabajo, etc. Y nuestra labor debe ser gritar lo más fuerte posible (simbólicamente hablando, aunque si alguien quiere desahogarse lo puede hacer) nuestros derechos a ser reconocidos como personas con una enfermedad crónica e incapacitante, y a recibir ayudas para paliar los efectos extra corpóreos de la fibromialgia como: la disminución de recursos económicos en familias donde el miembro con la enfermedad tuviera que abandonar el ámbito laboral; también podemos encontrarnos muchísimos casos (la mayoría) en que la persona del núcleo que la padece no trabaje fuera de casa, sino que sea la encargada del cuidado de la familia y de las tareas del hogar  y que se vea incapacitada para hacerlo aunque se esfuerce. Y el caso más grave es cuando se juntan los dos anteriores, aunque ocurre en menos ocasiones, en que tanto la persona que aportaba  la subsistencia económica, como la que se queda en casa, se ven incapaces de cumplir con esos deberes individualmente asumidos, sin que vengan a cuento ahora los motivos, por dicha incapacidad.

Pero quiero ser positiva y prefiero pensar que a pesar de pertenecer ya al sector “maduro” de la sociedad (y que si no fuera por los dolores actuaría como una jovencita), podré ver a la generación de mis hijas consiguiendo los derechos por los que mi generación está luchando.