viernes, 22 de noviembre de 2013

CAPÍTULO V







9/10/2006

No quiero con este dramático relato que nadie sienta lástima, después de todo gracias a lo que sucedió, mi orden de prioridades cambió y aunque mi calidad de vida ahora es menor que entonces, me siento más realizada como persona, por tener tiempo para dedicar a todo aquello que siempre quise y no pude.

Todo esto comenzó en Mayo del 2003, mi ginecóloga descubrió que tenía un mioma uterino (creo que se llama así), y endometriosis, y como único tratamiento a estas alturas, la cirugía. La operación consistía en una histerectomía total, es decir me quitarían todo mi aparato reproductor, todo aquello que significaba que en algún momento fui una mujer con la capacidad de ser madre, tenía 46 años. Ya no era una edad para pensar en algún momento traer hijos al mundo, pero sentía que era como una castración.

Bien, me explicaron que como todas las operaciones tienen riesgo y que debía firmar unos papeles que les desvinculaban a ellos de responsabilidades en ese aspecto, ¿creen que alguna persona en mi situación se pondría a discutir si eso es un pensamiento razonable o no?, pues yo no lo hice y firmé, y además 15 minutos antes de entrar en quirófano.

En fin, sigo. Entré en cirugía el 25 de Julio de ese mismo año por la mañana temprano, cuando salí todo parecía estar bien, claro todo menos lo que habían tenido que extirparme, tenía molestias en el vientre, normal, me dieron unos calmantes y pasé el resto del día y de la noche más o menos bien. Al día siguiente, Viernes, le comenté a la doctora las molestias que tenía y me dijo que eran gases, propio de este tipo de operaciones, pues por la noche ya estaba en un puro grito (y les juro que no soy persona de quejarme), me dieron más calmantes por vía (aún tenía gotero), pero nada, me obligaron a pasear por los pasillos, decían que era la única manera de acabar con los gases, a pesar de que casi apenas podía por los dolores, y así pasé hasta la mañana del Sábado en que la doctora volvió a decirme lo mismo y que ellos no podían hacer nada contra eso, que la única solución caminar, estuve todo el día y la noche del Sábado más el día del Domingo. El Sábado me habían quitado el gotero y pude tomar líquidos y después comida blanda, pero no pude conservarlo dentro de mi cuerpo, además aumentaron los calmantes ya por vía oral.

Mi hija mayor, embarazada de casi siete meses, prácticamente me arrastraba por los pasillos para que caminar, su afán por verme mejorar la hacía llorar y sacar fuerzas de donde en situación normal quizás no la hubiera tenido, todo por que estaba totalmente drogada por los calmantes y como no sabían ya que hacerme, el Domingo de noche o ya en la madrugada del Lunes (no me acuerdo bien de ese dato), llamaron al médico de urgencias y éste señor tan amable, me dijo lo mismo, gases y a caminar ( me acordaba de esa película llamada "camina o revienta").
Amaneció el Lunes 29 una mujer totalmente agotada, zombi por la cantidad de calmantes administrados y con el mismo dolor. La noche antes una enfermera me había comentado que le pidiera a la doctora que me hicieran una ecografía, porque a lo mejor no eran gases, lo hice y la buena señora aceptó. Al poco rato me bajaron para tal fin, me subieron a la habitación y en menos de 50 minutos tenía dos doctores a los pies de mi cama, yo apenas podía articular palabra, en ese lapsus de tiempo me habían tenido que poner oxígeno por la presión que tenía en los pulmones (aún no sabían por qué), pero entendí perfectamente lo que los médicos comunicaron a mi hija : PERITONITIS, provocada por una perforación del intestino durante la operación, por lo tanto tenían que volver a operar rápidamente o bien podría morir en menos de dos horas.

CONTINUARÁ...
(Imagen descargada de Internet)




No hay comentarios:

Publicar un comentario