jueves, 12 de diciembre de 2013

CAPÍTULO XXXI










20/04/2010


Ayer estuve en la presentación del libro: ¿Curan las palabras? , de Jose Antonio Hernández Guerrero, profesor y amigo entrañable de mi tan querido Club de Letras de la Universidad de Cádiz. Os dejo el enlace para que podáis descargároslo. No hace falta ser un profesional de la medicina para leerlo, el paciente o usuario también debe conocer sus derechos.
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12365074510170495765213/035790.pdf?incr=1

En el capítulo anterior os contaba cómo me sentí maltratada con la forma de actuar de mi reumatólogo, principalmente por su forma de hablarme, sus palabras no eran ofensivas, pero sonaban ofensivas.


Si éste tipo de profesionales que sólo se preocupan por la curación física del paciente, sin contar que para ello necesitan ser escuchados con sensibilidad y que sus médicos empleen todos sus recursos humanos para que se sientan mejor ante los miedos que la mayoría de nosotros presentamos cada vez que acudimos a sus consultas, hicieran de éste libro una guía para mejorar por lo menos la calidad emocional de sus pacientes, seguro que todo iría mucho mejor.


En ¿Curan las palabras?, se pone de manifiesto que la forma y el modo de hablar un facultativo a su paciente, puede ayudar a que el enfermo enfoque de una manera mucho más positiva y tranquilizadora su enfermedad. “Las palabras solas no curan, la cirugía por si sola no cura, la química por si sola no cura, pero si un profesional de la medicina es capaz de unirlas y hacer un todo, seguro que conseguiría una mejor calidad de vida para el enfermo”.


Aplicado todo esto a la Fibromialgia, sabemos que no es una enfermedad psicosomática, pero que llevar una buena vida emocional ayuda. Los enfados, las iras, las malas formas, las malas atenciones de algunos médicos, las desuniones familiares, todo eso provoca tal malestar emocional que hace que la tensión muscular aumente, y por lo tanto los dolores.

Las personas con Fibromialgia hemos sido víctimas de incrédulos médicos que nos tachaban de neurasténicas, quejicas y depresivas. Si cada uno de ellos se hubiera dedicado a escucharnos, sólo lo suficiente para que se dieran cuenta de que no inventábamos nuestros dolores, que eran reales, si hubieran sido amables, incluso cariñosos, hoy la Fibromialgia se vería desde otro punto de vista.


Ayer también estuve hablando con un doctor y profesor de la Facultad de Medicina de Cádiz, no menciono su nombre porque no tengo su permiso, me estuvo comentando que desea hacer un estudio, con sus alumnos, de la Fibromialgia desde el punto de vista del paciente.


Parece que poco a poco y pasito a pasito, vamos consiguiendo seres humanos donde antes sólo existían ciencia y tecnología.


CONTINUARÁ...
(Imágenes descargadas de Internet)



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