martes, 11 de abril de 2017

CAPÍTULO IV


                                        




                                           “¡QUIERO DORMIR!”

                                                   (11-03-2017)



Es de madrugada, el trastorno del sueño es evidente en la mayoría de nosotros. Tomo medicación para ello, pero no duermo –si se le puede llamar dormir- más de cuatro o cinco horas diarias. Si tomo la medicación temprano, no llego dormida más allá de las cuatro y media de la mañana, si la tomo más tarde el sueño llega casi a la hora en que debería levantarme, así que he optado por la segunda opción, y duermo la mañana. No soporto estar despierta tan temprano, si la cama duele cuando dormimos, ¡cuánto duele cuando no lo hacemos!

Antes de ayer fue mi cumpleaños y no soy reticente a la hora de decir mi edad, 60. Cuando comencé esta andadura de escribir sobre mi relación amor-odio con la fibromialgia tenía 47, en ese momento no pensé que daría tanto de sí contar en un cuaderno lo que sucedía. Según mi psicóloga, si no lo hubiera hecho aún estaría en esa fase de negación e incredulidad, porque la depresión aunque mejora, cuando sufrimos un brote, te olvidas de todas las terapias habidas y por haber. Por las muchas personas que leerán esto y por sus familiares, es  por lo que sigo haciéndolo. 

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