martes, 11 de abril de 2017

CAPÍTULO I








"NUEVOS SÍNTOMAS"

                                                   30/03/2017

Desde la última vez que os escribí, el cambio físico en mi cuerpo ha sido notable. He aumentado de peso y no consigo perder. Quizás sea porque mi tiroides está bastante desajustado –la doctora ha tenido que aumentar la dosis del tratamiento- quizás porque desde el verano pasado he salido poco, primero por el calor- que si para una persona sana era excesivo, imaginaros para mí-, luego por el frío, porque llovía, por el dolor de los talones y la cintura a la altura de las lumbares, en fin, siempre tengo una excusa. Pero lo más importante eran las náuseas y vómitos que aparecían cada vez que entraba en lugares con aglomeración de gente, con olores químicos, la calefacción, se volvía muy angustioso para mí. Por eso como lo paso tan mal, prefiero no salir. No es agorafobia, de eso estoy segura, porque no tengo problemas para ir a casa de mis hijas u otros lugares donde vaya a permanecer poco tiempo. También creo que los medicamentos tienen algo que ver.

En un par de meses dos de mis nietos hacen la 1ª comunión y me gustaría perder peso porque a pesar de seguir con la dieta que me fue tan bien, he dejado de perder e incluso he ganado algunos kilos. No quiero poner excusas, pero el tiroides se me ha disparado por lo que la doctora me ha tenido que subir la medicación, y es cierto también que en los últimos meses apenas he salido de casa. Cuando intento ir andando, la fascitis plantar hace que tras diez minutos, no más, me duelan muchísimos los talones; si cojo el coche para ir al híper, en un principio llego bien, pero al rato entro en un estado de calor insoportable, a la vez que náuseas, y más de una vez he tenido que dejar la compra e irme a la calle. Sólo me entran ganas de volver a casa así que me monto en el coche y pongo el aire acondicionado –aunque sea pleno invierno-, pero ni así mejoro, el olor a combustible o a petróleo del plástico del interior convierten las náuseas en ganas de vomitar, llego a casa, subo los dos pisos, abro la puerta y voy directa al baño, pero lo peor es que no consigo vomitar, me voy al sofá, tomo algo para las náuseas y hasta las tres o cuatro horas no me pongo mejor.
Por la mañana no quiero salir, estoy agotada y no quiero pasar por lo mismo otra vez.
En resumen, entre el problema de tiroides, de la fascitis y de la fatiga crónica, me he vuelto más inactiva. Y sé que debo cambiar, por mí sobre todo.



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