No quiero con este dramático
relato que nadie sienta lástima, después de todo gracias a lo que
sucedió, mi orden de prioridades cambió y aunque mi calidad de vida
ahora es menor que entonces, me siento más realizada como
persona, por tener tiempo para dedicar a todo aquello que siempre
quise y no pude.
Todo esto comenzó en Mayo del
2003, mi ginecóloga descubrió que tenía un mioma uterino (creo que
se llama así), y endometriosis, y como único tratamiento a estas
alturas, la cirugía. La operación consistía en una histerectomía
total, es decir me quitarían todo mi aparato reproductor, todo
aquello que significaba que en algún momento fui una mujer con la
capacidad de ser madre, tenía 46 años. Ya no era una edad para
pensar en algún momento traer hijos al mundo, pero sentía que era
como una castración.
Bien,
me explicaron que como todas las operaciones tienen riesgo y que
debía firmar unos papeles que les desvinculaban a ellos de
responsabilidades en ese aspecto, ¿creen que alguna persona en mi
situación se pondría a discutir si eso es un pensamiento razonable
o no?, pues yo no lo hice y firmé, y además 15 minutos antes de
entrar en quirófano.
En
fin, sigo. Entré en cirugía el 25 de Julio de ese mismo año por la
mañana temprano, cuando salí todo parecía estar bien, claro todo
menos lo que habían tenido que extirparme, tenía molestias en el
vientre, normal, me dieron unos calmantes y pasé el resto del día y
de la noche más o menos bien. Al día siguiente, Viernes, le comenté
a la doctora las molestias que tenía y me dijo que eran gases,
propio de este tipo de operaciones, pues por la noche ya estaba en un
puro grito (y les juro que no soy persona de quejarme), me dieron más
calmantes por vía (aún tenía gotero), pero nada, me obligaron a
pasear por los pasillos, decían que era la única manera de acabar
con los gases, a pesar de que casi apenas podía por los dolores, y
así pasé hasta la mañana del Sábado en que la doctora volvió a
decirme lo mismo y que ellos no podían hacer nada contra eso, que la
única solución caminar, estuve todo el día y la noche del Sábado
más el día del Domingo. El Sábado me habían quitado el gotero y
pude tomar líquidos y después comida blanda, pero no pude
conservarlo dentro de mi cuerpo, además aumentaron los calmantes ya
por vía oral.
Mi
hija mayor, embarazada de casi siete meses, prácticamente me
arrastraba por los pasillos para que caminar, su afán por verme
mejorar la hacía llorar y sacar fuerzas de donde en situación
normal quizás no la hubiera tenido, todo por que estaba totalmente
drogada por los calmantes y como no sabían ya que hacerme, el
Domingo de noche o ya en la madrugada del Lunes (no me acuerdo bien
de ese dato), llamaron al médico de urgencias y éste señor tan
amable, me dijo lo mismo, gases y a caminar ( me acordaba de esa
película llamada "camina o revienta").
Amaneció
el Lunes 29 una mujer totalmente agotada, zombi por la cantidad de
calmantes administrados y con el mismo dolor. La noche antes una
enfermera me había comentado que le pidiera a la doctora que me
hicieran una ecografía, porque a lo mejor no eran gases, lo hice y
la buena señora aceptó. Al poco rato me bajaron para tal fin, me
subieron a la habitación y en menos de 50 minutos tenía dos
doctores a los pies de mi cama, yo apenas podía articular palabra,
en ese lapsus de tiempo me habían tenido que poner oxígeno por la
presión que tenía en los pulmones (aún no sabían por qué), pero
entendí perfectamente lo que los médicos comunicaron a mi hija :
PERITONITIS, provocada por una perforación del intestino durante la
operación, por lo tanto tenían que volver a operar rápidamente o
bien podría morir en menos de dos horas.
CONTINUARÁ...
(Imagen descargada de Internet)
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