viernes, 16 de junio de 2017

CAPÍTULO XXI



  "LA FIBROMIALGIA NO VIENE SOLA"


Como es ya normal entre los enfermos de fibromialgia, es frecuente padecer intolerancias y nuevas alergias que aparecen cuando menos nos lo esperamos.
Esas intolerancias pueden ser al gluten, bastante fastidiosa como saben los que la padecen, que me hace ir al baño en cuanto como algo que pueda contenerlo; a los productos procesados químicamente como el maquillaje, cremas corporales; a los olores también derivados de productos que lleven alcohol como las colonias y perfumes o a los artículos de limpieza como la lejía, insecticidas, ambientadores, etc.
Con los maquillajes o cremas faciales, suelen aparecerme rojeces o eccemas por dermatitis atópica; los olores me producen náuseas y vómitos, sobre todo con los productos de limpieza y la mezcla de olores en sitios cerrados  y concurridos.

Es desesperante no poder subirme ni a un autobús, ya sean de trayectos largos o cortos por los olores y por la permanencia durante varias horas en la misma postura. En un coche es un poco más fácil, siempre que vaya en el asiento del copiloto, porque me permite dirigir el aire hacia la cara, o parar de vez en cuando para estirar las piernas o cambiar de postura. Y cuando soy yo la que conduce, también debo abrir el climatizador para amortiguar lo más posible los olores típicos del interior del vehículo. Más de una vez he ido al hipermercado y he tenido que dejar la compra y salirme a la calle por las náuseas que empezaba a sufrir, llegando incluso al vómito.

A veces no nos paramos a pensar y caemos en el error de quedarnos encerrados en casa, ya que todos los traslados que no sean a pie nos provocan además la angustia de saber lo que ocurrirá luego. Es posible que alguna que otra vez vayamos predispuestos con lo que nos va a suceder, pero las primeras veces no tuvimos esa predisposición y ocurrió todo lo que cuento.

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