Ayer
estuve en la presentación del libro: ¿Curan las palabras? , de Jose
Antonio Hernández Guerrero, profesor y amigo entrañable de mi tan
querido Club de Letras de la Universidad de Cádiz. Os dejo el enlace para que podáis descargároslo. No hace falta ser un profesional de la medicina para leerlo, el paciente o usuario también debe conocer sus derechos.
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12365074510170495765213/035790.pdf?incr=1
En
el capítulo anterior os contaba cómo me sentí maltratada con la
forma de actuar de mi reumatólogo, principalmente por su forma de
hablarme, sus palabras no eran ofensivas, pero sonaban ofensivas.
Si
éste tipo de profesionales que sólo se preocupan por la curación
física del paciente, sin contar que para ello necesitan ser
escuchados con sensibilidad y que sus médicos empleen todos sus
recursos humanos para que se sientan mejor ante los miedos que la
mayoría de nosotros presentamos cada vez que acudimos a sus
consultas, hicieran de éste libro una guía para mejorar por lo
menos la calidad emocional de sus pacientes, seguro que todo iría
mucho mejor.
En
¿Curan las palabras?, se pone de manifiesto que la forma y el modo
de hablar un facultativo a su paciente, puede ayudar a que el enfermo
enfoque de una manera mucho más positiva y tranquilizadora su
enfermedad. “Las palabras solas no curan, la cirugía por si sola
no cura, la química por si sola no cura, pero si un profesional de
la medicina es capaz de unirlas y hacer un todo, seguro que
conseguiría una mejor calidad de vida para el enfermo”.
Aplicado
todo esto a la Fibromialgia, sabemos que no es una enfermedad
psicosomática, pero que llevar una buena vida emocional ayuda. Los
enfados, las iras, las malas formas, las malas atenciones de algunos
médicos, las desuniones familiares, todo eso provoca tal malestar
emocional que hace que la tensión muscular aumente, y por lo tanto
los dolores.
Las
personas con Fibromialgia hemos sido víctimas de incrédulos médicos
que nos tachaban de neurasténicas, quejicas y depresivas. Si cada
uno de ellos se hubiera dedicado a escucharnos, sólo lo suficiente
para que se dieran cuenta de que no inventábamos nuestros dolores,
que eran reales, si hubieran sido amables, incluso cariñosos, hoy la
Fibromialgia se vería desde otro punto de vista.
Ayer
también estuve hablando con un doctor y profesor de la Facultad de
Medicina de Cádiz, no menciono su nombre porque no tengo su permiso,
me estuvo comentando que desea hacer un estudio, con sus alumnos, de
la Fibromialgia desde el punto de vista del paciente.
Parece
que poco a poco y pasito a pasito, vamos consiguiendo seres humanos
donde antes sólo existían ciencia y tecnología.
CONTINUARÁ...
(Imágenes descargadas de Internet)
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