20/04/2010
Ayer
amaneció celeste, se volvió naranja y terminó azul con estrellas
blancas. Y yo me volvía de colores, como el día, necesitaba
hacerlo. Desayunar sobre manteles bordados, mecerme al sol y
acurrucarme al atardecer bajo una lámpara, mientras leía un buen
libro, fueron mis premios de ayer. Me los gané, no importa cómo,
aunque muchos y muchas de vosotr@s lo sabéis.
Lo
importante en el día de hoy, es el día de ayer. Mañana dios dirá
***************
Ha
entrado la primavera y como os habréis dado cuenta, ha entrado bien,
por lo menos en mi tierra. El sol calmará un poco nuestros doloridos
músculos, húmedos por el frío, el agua y la nieve de tan duro y
largo invierno.
Algunos
sentimientos contradictorios, han provocado también algunos estragos
en los míos.
Y
ahora os voy a contar mi última “peripecia” con los médicos,
exactamente mi reumatólogo:
En
el mes de Septiembre mi cuerpo comenzó a sufrir un empeoramiento
radical en el que los dolores se acentuaron muchísimo y además
aparecieron otros nuevos. Mi doctora me recomendó pedir cita para el
reumatólogo y que me mandara algunas pruebas (os comento primero que
desde hace casi diez años, en que sufrí una caída, la rodilla
izquierda la tengo muy inflamada y como acorchada, bueno pues lo más
que he conseguido en ese tiempo es una radiografía en la que por
supuesto no salió nada). El empeoramiento consistió en padecer
durante mes y medio seguido de lumbalgia, apenas poder andar por un
dolor insoportable en la planta de los pies a parte del que ya
padecía en el talón, continuos dolores de cabeza, mareos
frecuentes, y los dolores de espalda eran fuertes fuera cual fuese la
postura que adoptase, acostada, sentada, de pie. Bueno, bastantes
motivos para acudir al médico, ¿no?.
Pues
cuando pedí la cita me dijeron que no podían dármela porque ya
tenía una para el mes de febrero de 2010, comenté que yo no la
había pedido y me informaron que como yo había visto al doctor en
febrero de 2009 pues seguramente la pidió él, para revisión anual,
y que no podían adelantármela a no ser que llevara un papel de la
doctora en que indicara los motivos para el adelanto de la cita, y
que después en reumatología valorarían si el motivo era
suficiente para adelantármela o no. ¿Y creen ustedes que me la
dieron?, pues no. El caso es que me la dieron para febrero tal y como
el doctor había concertado y tuve que estar todos esos meses
comiéndome el dolor, a base de calmantes todo el día, hasta que
parece que llegó una racha en la que me hicieron efecto todos juntos
y el dolor bajó un poco. Al mismo tiempo llegó el día de la cita.
Entré, me senté frente a él y me preguntó como estaba, estupendo, hasta ahí muy bien. Mi fallo fue intentar contarle lo que me ocurría y que había querido adelantar la cita en Septiembre por los motivos que empecé a enumerarle a partir de la lumbalgia. Lo primero que me dijo fue: “¡USTEDES SE CREÉIS QUE PODÉIS VENIR A QUE OS VEA EL ESPECIALISTA EN EL HOSPITAL POR UNA SIMPLE LUMBALGIA, PARA ESO ESTÁ EL MÉDICO DE CABECERA!”, ya ahí comenzó a descuadrarme, pero cuando le dije que no era sólo una simple lumbalgia y que además estaba el problema de la rodilla, que llevaba así 10 años... a esto contestó: “¡ESO ES UNA OSTEOARTROSIS!”, con esto siguió descuadrándome, pero seguí enumerando síntomas, le conté el problema de los pies, y su respuesta: “¡FASCITIS PLANTAR!”, como veréis tenía respuesta para todo y lo mejor era ¡¡que ni me había puesto una mano encima!!, o sea el diagnóstico lo hizo por adivinación.
Seguí con los problemas de la espalda, y que no era generalizado el dolor sino en sitios puntuales: “¡ESO ES OSTEOARTROSIS TAMBIÉN!”, cada vez mi ánimo se iba apagando y me iba sintiendo como si se me fueran las ideas, no sabía que contestarle, estaba atónita y bloqueada. Por último le hablé de los dolores de cabeza y los mareos y me dijo: “¡QUE ESPERAS CON LA FIBROMIALGIA!”, me dio por sugerirle si los mareos y los dolores de cabeza podían ser debido a problemas en las cervicales, a lo que contestó: “¡ESO ES UN MITO, LAS CERVICALES NO PROVOCAN NI MAREOS NI DOLORES DE CABEZA!”, le dije que entonces a que creía que eran debido entonces esos síntomas y me dijo que no sabía, que fuera a la doctora de cabecera y que ella viera. Pero el remate, fue cuando le dije que a veces los mareos llegaban a tal punto que cuando me cepillaba los dientes con el cepillo eléctrico, hasta esas pequeñas vibraciones hacían que me marease, ¡¡agárrense al asiento si están leyendo esto sentados y siéntense si están de pie!!, me contestó : “¡PUES CÓMPRESE OTRO CEPILLO!”.
Esperé
muda a que escribiera un informe donde me ponía que subiera la dosis
de paracetamol y que a partir de ahora me tenía que llevar mi
médico de cabecera.
Las
lágrimas luchaban por salir, intenté poner una reclamación pero no
pude, sólo quería llegar a casa y llorar, llorar hasta que se me
secaran los ojos. En seis años he ido tres veces al reumatólogo, la
primera fue de alivio pues le dieron nombre a algo que me hacía
sufrir y no sabía que era, la segunda confirmaron el diagnóstico y
cómo había empeorado, pero ésta tercera vez me sentí humillada y
maltratada.
CONTINUARÁ...
(Imágenes descargadas de Internet)
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