“¡QUIERO DORMIR!”
(11-03-2017)
Es de madrugada, el trastorno del sueño es evidente
en la mayoría de nosotros. Tomo medicación para ello, pero no duermo –si se le
puede llamar dormir- más de cuatro o cinco horas diarias. Si tomo la medicación
temprano, no llego dormida más allá de las cuatro y media de la mañana, si la
tomo más tarde el sueño llega casi a la hora en que debería levantarme, así que
he optado por la segunda opción, y duermo la mañana. No soporto estar despierta
tan temprano, si la cama duele cuando dormimos, ¡cuánto duele cuando no lo
hacemos!
Antes de ayer fue mi cumpleaños y no soy reticente a
la hora de decir mi edad, 60. Cuando comencé esta andadura de escribir sobre mi
relación amor-odio con la fibromialgia tenía 47, en ese momento no pensé que
daría tanto de sí contar en un cuaderno lo que sucedía. Según mi psicóloga, si
no lo hubiera hecho aún estaría en esa fase de negación e incredulidad, porque
la depresión aunque mejora, cuando sufrimos un brote, te olvidas de todas las
terapias habidas y por haber. Por las muchas personas que leerán esto y por sus
familiares, es por lo que sigo
haciéndolo.
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