(19-04-2017)
“URGENCIAS ¿SÍ
O NO?”
Tal y como nos atienden en el centro de salud o en
urgencias cuando tenemos mucho dolor, es deprimente.
La primera vez que estuve en urgencias después de
ser diagnosticada, fue por un dolor fortísimo en el abdomen. Yo no sabía
todavía que padecía de cólon irritable, y era la primera vez que ese dolor
aparecía, por lo tanto no sabía a qué era debido.
Era tal el sufrimiento que salí de casa encorvada, y
salieron de urgencias a buscarme con silla de ruedas porque me era imposible
andar. Después de hora y media en la sala de espera, aguantando las ganas de
gritar, con un dolor de cabeza horroroso por las conversaciones múltiples a mi
alrededor, salió mi número en la pantalla y una enfermera vino en mi busca
porque seguía sin poder ponerme derecha para llevarme a la consulta del médico
de turno. Tumbada en la camilla, le expliqué lo que me ocurría, pero sin hacer
en ningún momento alusión a la fibromialgia. Me hicieron varias pruebas,
análisis, radiografía y ecografía, la enfermera me llevó de vuelta a la sala de
espera con una vía en la mano, por si tuvieran que inyectarme algo más tarde.
Una hora más en la sala con el mismo calvario de dolor y salió de nuevo mi
número en la pantalla. El médico me dijo que habían observado tres masas, como
tres globos en el colon, bajo la zona del pecho; creía que podían ser gases o
espasmos intestinales. Cuando oí lo del colon y los espasmos, lo asocié todo y
le pregunté al doctor si tendría algo que ver con que padecía de fibromialgia y
contestó que esa podría ser la causa y tras unas cuantas preguntas sacó la
conclusión de que padecía del Síndrome de Colon Irritable.
También me preguntó que ¿por qué no le había dicho
lo de la fibromialgia desde el principio?, le respondí: “Si se lo llego a decir
al principio, me hubieran hecho ustedes todas las pruebas?” me contestó: “no,
porque hubiera sacado la conclusión más lógica”, a lo que contesté: “por eso no
se lo dije, ¿y si hubiera sido algo más grave y lo dejan pasar como algo
inherente a la fibromialgia, qué hubiera ocurrido?, perdone doctor, pero
prefiero omitir este dato, a que me manden para casa con un diagnóstico
equivocado y que el siguiente paso hubiese sido irreversible”. El médico se quedó
callado, hizo el informe, me dio unas pautas a seguir y me fui.
A veces nosotras somos nuestras mejores diagnosticadoras
(perdonad los del género masculino que me estén leyendo, pero nadie se aclara
todavía en cómo actuar gramaticalmente en estos casos, quiero que sepáis que
también hablo por vosotros), no quiero decir que no acudamos al médico cuando
tengamos un problema, ¡cuidado!, lo que quiero decir es que la mayoría de las
veces sabemos si es un dolor rutinario o es un síntoma nuevo. En éste último
caso no hay que dudar en acudir según el grado de dolor, al médico de cabecera
o a urgencias. Y que si le decís (cómo en realidad debe ser) al profesional de
guardia que padecéis fibromialgia y lo que os aqueja es un síntoma desconocido,
o que el dolor se sale de madre , exijáis pruebas para que os hagan un diagnóstico
en firme; si termina siendo un síntoma añadido a la FM, mejor, pero ¿y si no?
Debemos salir del médico con la confianza y la
seguridad de que hemos sido bien atendidos.